El colega docente Miguel Mora Alviárez tuvo la gentileza de enviarme una de sus últimas producciones literarias, el libro “Poemas Portátiles”, el cual contiene distintas apreciaciones y cerca de unos 90 poemas de profunda reflexión personal. Aún con la circunstancia de no ser yo un especialista en el tema literario, leí con detenimiento su trabajo y pude así corresponder con algunas consideraciones para el necesario compartir.
En general me causaron grato impacto sus visiones del mundo, la vida, la familia, el ambiente y otros temas que aborda en profundidad. Una poesía bien realizada que no es tarea fácil, además de su carácter íntimo y comprometedor. En esta pequeña crónica trataré de reseñar parte del contenido de esta obra. Le expreso de antemano al autor y amigo de años mis mejores deseos porque continúe en forma exitosa su ya consolidada labor escritural y alcance satisfactoriamente los aportes, reconocimientos y premiaciones que toda ella merezca.
Miguel Mora Alviárez es profesor titular jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), ingeniero agrónomo egresado de la UCV, con estudios de cuarto nivel en materia de geopolítica agroalimentaria y consultor de trayectoria en instituciones como el “Instituto Nacional de Investigaciones Agrícola” (INIA), el “Instituto de Estudios Avanzados” (IDEA) y la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).
Nacido en San Antonio del Táchira en 1950, ha publicado los libros: “Pueblo redimido” (2010), “Sentado sobre un nido de alacranes” (2010), “Prosas portátiles de vida sencilla” (2012), “El incomprendido de la Guerra a Muerte” (2015), “El Gazetero, la palabra de la contra independencia” (2021), “Girardot, corazón de la independencia” (2021) y “Poemas en la piel” (2021-coautor). Su libro “Poemas portátiles” fue editado a finales de 2021 por el Fondo Editorial NosUneLaPoesia, Mérida, Venezuela.
En su exordio o introducción, establece que la poesía es anterior a la humanidad, ya que la naturaleza “se narraba y se cantaba a sí misma”. Que la presencia humana en lo que hoy es América es de menos de 20.000 años y que con “el encuentro de los desencuentros” que significó la colonización principalmente española, esta Tierra de gracia perdió la gracia cuando la muerte mutiló la invención poética.
Celebra igualmente que 530 años después haya florecido la poética libre, cimarrona, militante, gloriosa, épica, salvaje, naturalista, feminista, sensible como nunca o igual a la poesía de otras sociedades. Plantea cómo la memoria es el depósito de los mejores poemas de todos los tiempos. Deja establecido que lo contenido en este libro es la verdad (“está endulzado con la miel de la verdad”) que quiere compartir con todos y que sus “poemas portátiles” están escritos con profundo amor al prójimo, convencido igualmente de su derecho a soñar.
En la sección “Un mundo poético” define la poesía como genialidad capaz de ganarse miles de aplausos, que no se escuchan pero se sienten en el alma del poeta. Que la vida sin poesía es vida de náufragos. Habla de la medicina poética para el dolor del mundo. Rinde homenaje póstumo a un excepcional colega docente y agrónomo: Gonzalo Pastrán (a quien también conocí), por su consecuencia vital por la causa conservacionista y agroecológica, por el país y su familia. Lo despide con un “allá nos vemos”.
En “Política y poesía”, refiere a la política como ciencia y arte sospechosamente incomprendida, que puede ser usada o abusada para sepultar los sueños. Afirma que todo ser humano es poeta, aunque sea esporádico, circunstancial o fugaz: “Quién no ha visto más allá de sus ojos”… Define la vejez como abundancia mágica de años. Habla de los maestros que no se preocupan solo de sus pingues ingresos, sino del dolor que sus discípulos huyan de la vocación de enseñar. Y de como a veces nos negamos a llorar la desgracia de los pueblos, como si no fuera la nuestra.
En “Planeta nuestro hogar” plasma especiales versos en defensa de nuestra Pachamama. Igual en su poema a la desesperanza: “No, no y no puede naufragar la esperanza”. O en su poema “Miedos”: “Hemos vivido con fobia a la belleza / ante el encanto de la barbarie”. En “Poesía sin poetas”: “La naturaleza es un poema en si misma / verdea en los pensamientos y en las plantas / por donde mires existe algo que inspira / que preocupa / que despecha / que incita / que revela / que mofa / que nace o muere. La naturaleza es la culpable que existan los poetas / ella llegó primero y los descubrió”.
Destaca su mensaje pacifista en los poemas “La tierra de las guerras” y en “No matarás”. Su denuncia en “El discurso de TODOS”. El homenaje al pueblo de Canoabo (donde el autor trabajó varios años) y su homenaje al país con “Venezuela, te amaré por siempre”.
En su sección “Historias” destacan varios poemas sobre el tema independentista venezolano que el autor ha desarrollado profusamente en otras obras, junto a sus emotivos “Epitafios a Gabriel García Márquez” (13), destaco acá: “Aquí yace un mago de las letras / No lo importunemos / quizás nos sorprenda / con una novela desde el más allá”.
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En “Cantos del crono” destaco su poema “Flor de ocaso”: “En la vida no hay empates frente a la muerte / esa macabra entelequia siempre gana la partida». Su poema “Tatuajes” (“No hay sustancia que borre lo vivido. / Todo es un tatuaje que no tiene olvido…). Significativa su poética en “Biografía de un poeta”, Oración final” y Oración por la paz”. Finaliza con el capítulo “Diversidad”, donde incorpora otros poemas como el dedicado a Yulimar Rojas. También “Disparo al aire” (“La corrupción es una lacra / pesada carga sobre el tren / de esta Patria nuestra / que sigue en el andén. / Como no se puede fusilar a nadie / yo disparo al aire”). O “Puerta Abierta” (“El corazón es la puerta de la vida / no dudes abrir esa puerta al amor… / a ideales de un mundo posible en rebeldía, anunciados por los cantos de un ruiseñor”).
Todo un disfrute para quienes lean este libro y poemario del profesor Miguel Mora Alviárez. Le reafirmo mi agradecimiento por haberme permitido su acceso y lectura digital, que comparto en forma resumida con todos nuestros lectores.
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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.
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