“El libro: algo más que comunicación” por Arnaldo Jiménez

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Las editoriales y el sistema de entretenimiento actual se empeñan en reducir al lenguaje y, con este, al libro, a una sola de sus funciones: comunicar, informar. Muchos de esos libros que son tratados de esta manera por las editoriales logran sobrevivir al tiempo, aunque, en su gran mayoría, a mi juicio, están destinados a morir.

Y aquí entramos en una paradoja: los libros cuya concepción estética está acorde al gran silencio que los signa o, en todo caso, son proporcionales al grado de no decir qué los funda, no logran sobrevivirse, son devorados por la pulsión de muerte de la sociedad o del mercado.

Y aquellos libros que moderados en sus vestimentas y en sus tirajes logran acarrear verdades dentro de ellos, transportan sangre, tuétanos, pálpitos de vida, superan esa pulsión y se acomodan al lado del principio del placer que, dicho sea de paso, son aquellas fuerzas que en vez de negar el disfrute de vivir, lo afirman. Claro, en todo esto existen matices que son necesarios tomar en cuenta, señalo algunos:

Puede haber buenos escritores en grandes editoriales, una vez que se convierten en clásicos y aseguran las ventas; aunque este no sea el único caso. Ya sabemos de los malos escritores en grandes editoriales. En unos y en otros “las verdades” son multiplicadas con las ventas, pero casi siempre ganan los criterios de la novedad, la moda, etc, donde se ubican los segundos. También existen malos escritores en pequeñas editoriales, quienes pasan desapercibidos al igual que los buenos escritores en las mismas editoriales, opacados por el mercado y las políticas de distribución.

 

Tipología del escritor

Pero si el sistema económico genera una tipología del lector, una clasificación de los libros, también podemos encontrar una tipología del escritor que, a continuación, paso a describir: en primer lugar, tenemos a los escritores vitrinas, esos seres casi sobrenaturales que escriben cien libros en un año y todos son éxitos de ventas, venden millones de ejemplares y los traducen a ocho idiomas en dos semanas; también los denomino escritores máquinas. Porque me da la impresión de que detrás de ellos se encuentran sofisticados sistemas computarizados creando libros, estudiando el mercado, fabricando fantasmas.

En segundo lugar, nombramos a los escritores por salvación, aquellos seres que acuden a la escritura para sacarse de encima los demonios que los atormentan, los seres que los siguen, la celebración de vivir, los sueños que los atropellan, las verdades que quieren compartir, el canto que desean echar andar por los canales de la mirada y de la escucha del otro.

Por último, para no fastidiar en la búsqueda de más especies en esta zoología editorial, tenemos a los escritores híbridos o escritores bicéfalos. Estos escritores son mixtos, algunas genialidades se le cuelan en medio de la mediocridad, un poco de salvación y una dosis de vitrina, son a veces incómodos, uno no sabe si creer en ellos o no.

 

El libro es algo más que comunicación

En los objetivos de aplanar al lenguaje y con ello al pensamiento y con el pensamiento al ser humano, la industria del entretenimiento ha convertido a la información en una mercancía más, el avance de la microelectrónica, la cibernética y la robótica, acorralan al lenguaje que es el primer bien de nuestras apetencias, es el objeto que no es tal, es el sujeto que no se encadena, es la garantía de nuestra permanencia en el planeta.

Digo que ese acorralamiento procura hacer que el lenguaje no diga más de lo que le es esencial al hombre y a la mujer, que no los acune, no los sostenga. Pretenden que los humanos nos contemplemos como siendo parte de un código formal, un mensaje fragmentado, una comunicación sin la presencia de los hablantes seres, tarea que no logran de manera absoluta, pero en la que ha habido grandes avances.

 

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El lenguaje computarizado, los signos que le son afines, contribuyen a formar una idea falsa de lo que es la comunicación. La virtualización de cada rincón del planeta es un síntoma patológico de la separación que crece de alma a alma. Permítanme decir que el libro es más que comunicación con el otro, es a la vez comunicación conmigo mismo, es conocimiento de lo que soy en el despliegue del tiempo y de lo que soy en los fueros de la intimidad, es pluralidad de voces, el lugar donde nos encontramos y celebramos la vida, registro histórico, trazos del misterio.

El bien colectivo que es el lenguaje debe ser protegido, bien tratado, el libro no es un objeto de lujo para grupos privilegiados, mucho menos la escritura, mucho menos la lectura. Cuando cada uno de nosotros, desde las posiciones que nos han tocado en la sociedad y en el trabajo, cobre conciencia de esta verdad, ya sabemos por cuál escritor, cuál lector, cuál libro, cuál sociedad vamos a elegir, por cuál de ellos debemos apostar y debemos optar. A este respecto sobran las palabras.

 

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Arnaldo Jiménez nació en La Guaira en 1963 y reside en Puerto Cabello desde el 1973. Poeta, narrador y ensayista. Es Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales por la Universidad de Carabobo (UC). Maestro de aula desde el 1991. Actualmente, es miembro del equipo de redacción de la Revista Internacional de Poesía y Teoría Poética: “Poesía” del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la UC, así como de la revista de narrativa Zona Tórrida de la UC.

Entre otros reconocimientos ha recibido el Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuentos Fantasmas y Aparecidos Clásicos de la Llanura (2002), Premio Nacional de las Artes Mayores (2005), Premio Nacional de Poesía Rafael María Baralt (2012), Premio Nacional de Poesía Stefania Mosca (2013), Premio Nacional de Poesía Bienal Vicente Gerbasi, (2014), Premio Nacional de Poesía Rafael Zárraga (2015).

Ha publicado:

En poesía: Zumos (2002). Tramos de lluvia (2007). Caballo de escoba (2011). Salitre (2013). Álbum de mar (2014). Resurrecciones (2015). Truenan alcanfores (2016). Ráfagas de espejos (2016). El color del sol dentro del agua (2021). El gato y la madeja (2021). Álbum de mar (2da edición, 2021. Ensayo y aforismo: La raíz en las ramas (2007). La honda superficie de los espejos (2007). Breve tratado sobre las linternas (2016). Cáliz de intemperie (2009) Trazos y Borrones (2012).

En narrativa: Chismarangá (2005) El nombre del frío, ilustrado por Coralia López Gómez (Editorial Vilatana CB, Cataluña, España, 2007). Orejada (2012). El silencio del mar (2012). El viento y los vasos (2012). La roza de los tiempos (2012). El muñequito aislado y otros cuentos, con ilustraciones de Deisa Tremarias (2015). Clavos y duendes (2016). Maletín de pequeños objetos (Colombia, 2019). La rana y el espejo (Perú. 2020). El Ruido y otros cuentos de misterio (2021). El libro de los volcanes (2021). 20 Juguetes para Emma (2021). Un circo para Sarah (2021). El viento y los vasos (2da edición, 2021). Vuelta en Retorno (Novela, 2021).

(Tomado de eldienteroto.org)

 

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