“Quincy Jones, un ejemplo para el éxito” por Ramón Toro

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Quincy Jones, un ejemplo para el éxito… El talento es un requisito básico para sobresalir en cualquier área (arte, ciencia, deporte, política…), sin embargo, si no es bien canalizado y desarrollado de nada serviría. Está demostrado que jamás se consigue el éxito por sí solo, es decir, nadie logra llegar a la cima sin ayuda, siempre hay o habrá otras personas involucradas en el triunfo de alguien a pesar de que, por lo general, esas personas permanezcan tras bastidores.

Dos íconos universales de la música son Frank Sinatra, en el Jazz y en el cine, y Michael Jackson, el rey del Pop. Es difícil pensar o suponer que detrás de sus brillantes carreras haya habido alguien lo suficientemente talentoso como para ayudarlos a brillar siendo estas dos figuras prácticamente insuperables en sus estilos.

Pues sí, el músico, arreglista, compositor, productor y director Quincy Jones, fue ese respaldo que no sólo con ellos trabajó y les aportó gran parte de su talento, sino a muchas otras estrellas para quienes realizó arreglos y produjo, como es el caso de Aretha Franklin, Ella Fitzgerald, Ray Charles, Dizzy Gillespie, Louis Armstrong, Clark Terry, Count Basie, entre muchas otras.

 

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Quincy nació en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, el 14 de marzo de 1933. Fue “candidato” a ladrón, drogadicto, pandillero, delincuente y probó suerte (de la mala) en lo primero. Como adolescente anduvo involucrado en robos menores y formó parte de pandillas juveniles, su único anhelo, hasta los 11 años.

La relación con sus padres, como era común en su entorno, no fue nada cálida ni afortunada, ya que su madre sufría de trastornos mentales, por lo cual su padre lo llevó, junto a su hermano menor, a vivir con su abuela en precarias condiciones, así que, destinado a una realidad cruda y cruel, ocurrió lo inesperado.

En 1940, su padre se mudó a Seattle y se alineó a la Armería Naval. Quincy, hurgando en una habitación en la Armería, encontró un piano vertical, el cual estuvo tocando por un breve instante, sólo eso le bastó para descubrir su vocación, la música, eso le cambió la vida. Desde ese encuentro con el piano se dedicó a estudiarlo, también lo hizo con la trompeta, desarrollando un alto nivel en ambos instrumentos y empezó a merodear lugares donde se presentaban los mejores músicos de la época, Duke Ellington, Lionel Hampton, Count Basie, y allí conoció al joven Ray Charles, quien sería un excelente amigo y mentor.

 

 

Se colaba entre los músicos y éstos amablemente le daban recomendaciones que no desperdició, y ya a los 14 años formaba parte de una orquesta, luego Lionel Hampton, quien poseía la mejor orquesta del momento, lo invitó a que se integrara como trompetista.

Ya con una formación sólida y cierta experiencia se fue a Nueva York, realizó una serie de trabajos y arreglos para distintos músicos, sorteando, como suele ocurrir, situaciones difíciles. Su deseo de trabajar con música de diferentes estilos, más allá del Jazz, lo hace viajar a París en 1957, debido a que en Nueva York estaba prohibido que los músicos negros trabajaran con música de cuerdas.

 

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En París estudió con la considerada “Reina de la música Clásica”, Nadia Boulanger, quien fuera la mentora de Igor Stravinsky. En 1959, en esa misma ciudad, formó su primera Big Band, la cual duró poco tiempo por escasez de trabajo y se regresó a Nueva York en busca de empleo.

En el año 1964, estando en su oficina, recibió una llamada, era Frank Sinatra, quien había escuchado su trabajo en la orquesta de Count Basie y quería que él, Quincy, fuera su arreglista. Después de algunos ajustes iniciales de Sinatra en las partituras de Quincy, la alianza y el trabajo resultó fenomenal sin que mediara contrato alguno ni arreglos formales, bastó un apretón de manos. Sinatra tuvo en su momento la mejor orquesta del mundo dirigida y con los arreglos de Quincy Jones.

 

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Pasando  a otro estilo como el Pop, realizó la producción de los tres álbumes que consagraron a Michael Jackson como “El rey del Pop”: Off the way (1979); Thriller (1982), el disco más vendido de la historia, y Bad (1987). También fue el director de grabación de la solidaria We are the world, el single más vendido de todos los tiempos.

Quincy fue nominado 79 veces al premio Grammy y obtuvo 28, incluyendo el Grammy Legend Award, el premio Kennedy, la Medalla Nacional de las Artes y la Legión de Honor, entre otros galardones. Más de 2.900 canciones grabadas, más de 3.000 discos grabados; 51 partituras para cine y televisión; más de 1.000 composiciones originales; también ganador de un Óscar y el Emmy.

 

Quincy-Jones

 

Sin duda este ha sido un personaje que ha consagrado su vida a la música y al impulso del éxito de muchos artistas. Y a pesar de lo sorprendente de sus logros, no la tuvo nada fácil, un ejemplo perfecto para derribar barreras de pesimismo en eso de rendirse al primer tropiezo o en esa costumbre de abandonar por razones de limitaciones físicas o económicas.

Muy pocas veces se encuentra el éxito a la vuelta de la esquina y muchos renuncian al esfuerzo sin saber que ya están cerca de lograrlo, y esa persona, ese pilar, ese respaldo necesario pudiera venir de quien menos lo imaginas, se necesita estar atento y, sobre todo, no dejar pasar oportunidades.

 

 

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Ramón Emilio Toro Martínez (Caracas-Venezuela, 1966) es licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura, de la Universidad de Carabobo (UC) en 1993. Es también Productor Nacional Independiente y locutor con experiencia en el desarrollo de programas radiales sobre música afrocaribeña en la ciudad de Valencia, estado Carabobo: Ciento por ciento Natural, por Lago 91.5 FM; Letras y Notas, por Salsera 96.3 FM, y Óyelo que te conviene, por RNV Región Central 90.5 FM. Es autor del libro «Letras y Notas sobre la Música del Caribe» (2020), presentado en la FILVEN Caracas 2020 (Casona Cultural Aquiles Nazoa) como el único proyecto editorial independiente de ese año. 

 

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