«Aforismos pedagógicos (IV)» por Arnaldo Jiménez

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Las teorías son objetos de elección y de lección, y en ambos actos hay mucho de afectividad puesta en juego.

 

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La atención: una lámpara con luz propia y con diferentes tonos y potencias.

 

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(…) “La pedagogía de la calle: la manera de cómo los cuerpos se adosan a una ritualidad, se adornan y se elevan a la categoría de grupo o de pandilla superando así la individualidad; es una carencia de la escuela como institución”… Esta afirmación y este anhelo que impregna la obra del polaco Kostatin Yvilnovo (La Pedagogía de la Calle, 1999) alude a una falta y a una incapacidad que ha demostrado la escuela en cuanto a fungir de centro propiciador de ritos de iniciación, que mal o bien, la otra escuela, la que no tiene paredes, brinda. ¿Cómo realizar esta tarea? Pienso que el primer paso es darle un nombre a la escuela con el cual los muchachos produzcan un sentimiento de pertenencia. El segundo paso lo veo en la necesidad de crear en la escuela un plan permanente de reproducción del folclore y de las tradiciones. Sé que deben ser muchos más los ámbitos que deben tomarse en cuenta para romper con las paredes de las aulas; suscribiré uno de los puntos más comentados por nuestro citado autor: que la amistad sea el principal vínculo entre los maestros y los alumnos.

 

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Nos conformamos con ser útiles a la sociedad desde ámbitos en los que ni siquiera nos detenemos a pensar si constituyen realmente los medios de expresión que queremos para nuestras almas y nuestros cuerpos.

 

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La facilidad de enseñar es sospechosa, igual que la facilidad de aprender que siempre pone en duda a la primera. Educar para la vida intensa, para forjar el pensamiento creativo, es un trabajo arduo, constante y, a fin de cuentas, inútil, dado que sus frutos solo poseen un valor anímico, espiritual. Una extraña relación existe entre la facilidad y la utilidad, ninguna de las dos presupone una implicación de nuestra profundidad emocional.

 

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Las casas perdieron la cualidad de escuela que hace mucho tiempo tenían. Los abuelos ya no son los maestros del cuento oral y de los modales del comportamiento. Ya no hay un sitio donde escuchar experiencias vivificadoras.

 

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El cambio de conducta es correlativo a la autonomía de pensar.

 

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El aburrimiento es la peor enfermedad que existe en la sociedad actual. Las máquinas crean diversión por todas partes y, ambos, el aburrimiento y las máquinas, se multiplican y abarcan cada vez más espacio y más edades. Pero al igual que le ocurre al drogadicto, cuando la diversión artificial se apaga se abre más el abismo del espíritu y el sin sentido de la vida se descubre haciéndose imperioso encontrar un nuevo artificio. Este círculo solo lo paraliza la muerte física, la que menos importa en relación con esa muerte del alma por aburrimiento, por no saber qué hacer con el tiempo en que se está vivo. Todo lo que causa el no desarrollar seres creativos en el mundo del verbo.

 

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Si no existiera la lectura, todos los hombres tendríamos la posibilidad de pensar de la misma manera: ¿paraíso?, ¿infierno?

 

LEE TAMBIÉN: «AFORISMOS PEDAGÓGICOS (III)»

 

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Elijamos para nuestros alumnos textos que tengan como norte el expresar la condición humana en cualquiera de sus ámbitos.

 

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En la escuela, como en el arte y la vida, la forma, el ornato, es lo que menos importa, al menos que sean puertas que sirvan para mostrar el contenido, la esencia.

 

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El director de una escuela debería ser como el de una orquesta musical: debe saber tocar todos los instrumentos y dirigirlos a un mismo ritmo. ¿Qué sería de la música si los directores solo estuvieran pendientes de mantener limpios los instrumentos, vigilar la hora en que los músicos lleguen a ocupar sus puestos y relacionarse políticamente con otros directores o con otras orquestas al tiempo que entona una pieza?

 

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Arnaldo Jiménez nació en La Guaira en 1963 y reside en Puerto Cabello desde el 1973. Poeta, narrador y ensayista. Es Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales por la Universidad de Carabobo (UC). Maestro de aula desde el 1991. Actualmente, es miembro del equipo de redacción de la Revista Internacional de Poesía y Teoría Poética: “Poesía” del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la UC, así como de la revista de narrativa Zona Tórrida de la UC.

Entre otros reconocimientos ha recibido el Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuentos Fantasmas y Aparecidos Clásicos de la Llanura (2002), Premio Nacional de las Artes Mayores (2005), Premio Nacional de Poesía Rafael María Baralt (2012), Premio Nacional de Poesía Stefania Mosca (2013), Premio Nacional de Poesía Bienal Vicente Gerbasi, (2014), Premio Nacional de Poesía Rafael Zárraga (2015).

Ha publicado:

En poesía: Zumos (2002). Tramos de lluvia (2007). Caballo de escoba (2011). Salitre (2013). Álbum de mar (2014). Resurrecciones (2015). Truenan alcanfores (2016). Ráfagas de espejos (2016). El color del sol dentro del agua (2021). El gato y la madeja (2021). Álbum de mar (2da edición, 2021. Ensayo y aforismo: La raíz en las ramas (2007). La honda superficie de los espejos (2007). Breve tratado sobre las linternas (2016). Cáliz de intemperie (2009) Trazos y Borrones (2012).

En narrativa: Chismarangá (2005) El nombre del frío, ilustrado por Coralia López Gómez (Editorial Vilatana CB, Cataluña, España, 2007). Orejada (2012). El silencio del mar (2012). El viento y los vasos (2012). La roza de los tiempos (2012). El muñequito aislado y otros cuentos, con ilustraciones de Deisa Tremarias (2015). Clavos y duendes (2016). Maletín de pequeños objetos (Colombia, 2019). La rana y el espejo (Perú. 2020). El Ruido y otros cuentos de misterio (2021). El libro de los volcanes (2021). 20 Juguetes para Emma (2021). Un circo para Sarah (2021). El viento y los vasos (2da edición, 2021). Vuelta en Retorno (Novela, 2021).

(Tomado de eldienteroto.org)

 

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